sábado, 26 de septiembre de 2015

Crisis del consenso liberal

La democracia como tendencia estaba llegando a su fin. El liberalismo había perdido preminencia ideológica que había conquistado.
La Revolución Rusa de 1928 había instalado el primer gobierno comunista en el mundo y este hecho amplio la influencia del socialismo. Con la caída de la bolsa de Nueva York y sus terribles consecuencias sociales se torno evidente que las políticas de libre comercio no podían continuar sin cambios y que el Estado debía intervenir de manera más directa en la economía .
La pérdida de confianza de confianza en el liberalismo  y en la democracia resquebrajó importantes nociones e instituciones que durante más de un singlo habían dado forma excepto Rusia soviética.
En los años veinte, el ascenso político de Mussolini puso de manifiesto en qué medida comenzaba a operarse un retroceso en la confianza depositada en las instituciones políticas liberales. Esta situación tuvo expresión en varios países de américa latina que vieron disminuir la abrumadora hegemonía liberal creadora de los Estados nacionales durante el siglo XIX.
El liberalismo, que es  el rechazo de la tradición política inaugurada por la Revolución Francesa, la oposición a los movimientos socialistas obreros en ascenso y el repudio a los extranjeros dieron forma a una novedosa combinación de ideas y creencias.
De esta manera, el nacionalismo pasó a representar una doctrina política que entretejía valores , ideas y creencias conservadoras que se creían olvidadas con las técnicas de la democracia de masas y las novedosas formas de la propaganda.
Con la crisis del año 29, los partidarios del libre comercio ter
minaron de convencerse que la recuperación económica solo iba a lograse si el estado intervenía en el mercado e implementaba políticas sociales con el propósito de aminorar los conflictos  con los sindicatos reformistas. A partir de 1930, esta intervención estuvo orientada a acrecentar la producción de las economías nacionales y para ello era necesario que tanto los empresarios como los trabajadores obtuvieran beneficios materiales importantes. Una nueva formula doctrinaria comenzó a operar entre los economistas liberales. El estado debía actuar como arbitro de las relaciones entre el capital y el trabajo. Así, mientras las empresas continuaban acrecentando sus riquezas, las condiciones materiales de vida
de los trabajadores y las trabajadoras comenzaron a mejorar con respecto al período anterior.

 

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